Pepe parecía confiar en sí mismo y ser fuerte, pero, por dentro, se
sentía inseguro, sin apoyo y temeroso. Cuando María veía a Pepe, podía decir:
“He aquí una persona fuerte que me puede cuidar.”
María parecía tener confianza en sí misma y ser resuelta y locuaz, pero
por dentro se sentía insegura, sin apoyo y temerosa. Cuando Pepe veía a María,
podía decir: “He aquí una persona fuerte que me puede cuidar.”
Después de casarse, cada uno encontró que el otro no era la persona
fuerte que esperaba y, naturalmente; sintieron frustración, decepción y enojo.
Uno puede preguntarse cómo María y Pepe se las arreglaron para encontrar un
compañero, si tenían tan baja autoestima y tan poca confianza en sí mismos.
Al mismo tiempo estaban enamorados y esto, por lo menos en esa época,
aumentó su autoestima e hizo que cada uno se sintiera completo. Cada uno dijo:
“Pareces apreciarme.
.. Soy afortunado en tenerte... Te necesito para sobrevivir. .. Soy completo
si estás junto a mí.”
Ambos acabaron por vivir para el otro y, al hacerlo, establecieron
un pacto de supervivencia” Cada uno se dijo en privado: “Si se me acaban mis
recursos, me apoyaré en ti.” “En una emergencia, tú tendrás suficiente para
bastarnos a los dos.
El problema fue que, cuando María y Pepe se escogieron como compañeros,
no hablaron de sus miedos.
Pepe temió que María no lo quisiera si se daba cuenta de lo poco que él
valía ( y viceversa).« Fue como si
Pepe se hubiera dicho a sí mismo en privado:
“No debo revelar que soy nada. Tampoco debo revelar el hecho de que
secretamente creo que todas las mujeres son injustas, irracionales, sarcásticas
tercas y dominantes. No debo revelar mi opinión de que la única manera de
sobrevivir con una mujer es ponerse en segundo plano y dejarla que lleve la batuta.”
« Fue como si María se hubiera dicho a sí misma en privado
: “No debo revelar que soy nada. Tampoco debo, revelar que en secreto
creo que todos los hombres son tacaños, irresponsables, indecisos, débiles y
dejan a las mujeres llevar todas las cargas. No debo revelar mi opinión de que la
única manera de sobrevivir con un hombre es estar lista para echarse la carga
sobre los hombros cuando él se queje.”
No obstante, a pesar de lo que cada uno en privado esperaba del otro, y
a pesar de lo que secretamente cada uno pensaba de sí mismo, ambos sintieron
también que tenían que ser lo que imaginaban -que el otro vio en ellos- porque
cada uno había hecho al otro responsable de la propia autoestima.
Cuando María le hizo saber a Pepe que ella lo veía como
un hombre fuerte, al principio Pepe sintió que la percepción de María le daba
fuerza; él podía sentirse fuerte porque ella lo veía como a un hombre fuerte (y
viceversa). Este tipo de relación puede mantenerse hasta que una tensión
ambiental, o la necesidad de tomar una decisión, ponen en jaque la capacidad de
Pepe y de María para hacer frente a la crisis. Sólo en esos momentos, la fuerza
de alguno de los dos empieza a parecer como un encubrimiento de la debilidad o
como un acto de dominancia
Puesto que cada uno actúa basado en la suposición de que tiene que dar
gusto al otro, ninguno puede revelar cuando el otro le desagrada, ni reconocer
directamente el desacuerdo o la crítica. Actúan como si tuvieran que ser
indistinguibles uno del otro. Viven como si tuvieran el mismo sistema
sanguíneo, o como si la vida de ambos dependiera del mismo tubo de oxígeno.
En efecto, María y Pepe se casaron para “recibir.”
Ambos querían que el otro estimara. (Ambos también deseaban que la
sociedad los aprobara: “Uno debe casarse. Ya triunfé.”)
Cada uno quería que el otro tuviera las cualidades de las que él carecía
(cualidades que cada uno trataba de convertir en parte de sí mismo) .
Cada uno deseaba tener una extensión de sí mismo.
Cada uno deseaba que el otro fuera un progenitor omnipotente,
omnisciente,
generoso y “bueno,” y deseaba evitar al progenitor omnisciente,
omnipotente y “malo
Cuando María y Pepe se casaron no se dieron cuenta de que iban a tener que
“dar” al mismo tiempo que recibían.
Cada uno sintió que no tenía nada que dar.
Cada uno sintió que no se le debía pedir que diera porque el otro era
una extensión del propio yo.
Si cualquiera de los dos daba, lo hacía con gran descontento, o
angustia, o con la sensación de un gran sacrificio, porque ninguno de los dos
en realidad esperaba recibir del otro.
Cuando María y Pepe descubren, después de casarse, que el otro es “diferente
“de lo que cada uno esperaba durante el noviazgo, se desilusionan. Lo que ahora
en realidad ven en el otro, son las características de la vida de todos los
días, durante 24 horas, que habitualmente no se muestran durante el noviazgo; en
consecuencia, son características que no concuerdan con las expectativas que
ambos tenían.
Cuando María y Pepe descubren, después de casarse,
que son diferentes, de una manera que los disminuye en lugar de enaltecerlos, cada
uno ve al otro bajo una nueva luz.
Extracto del maravilloso libro de Virginia Satir, -que estoy releyendo- Titulado Psicoterapia Familiar,
en donde breve, pero contundentemente nos da un análisis de la trayectoria y proceso que pasan por la mente de dos personas
que se conocen se enamoran y se casan,
lo interesante de aquí, es si te habrás dado cuenta, que desmenuza de forma por
demás analítica, los procesos inconscientes de estos dos personajes, que pueden
parecerse a cualquiera que conozcas, incluso me atrevería a decir, “cualquier parecido
con alguien cercano… es mera coincidencia”
Y nos hace reflexionar,-por lo menos a mi – que sí tomas tu
felicidad y la pones en manos de alguien, tarde o temprano la romperás, si le das tu felicidad a otra
persona, siempre podrá llévesela con ella, y como la felicidad solo puede provenir
de tu interior y es resultado de tu amor, solo tú eres responsable de tu propia
felicidad.
.
Te mando un abrazo
GCuadragpoevolucion@hotmail.com
Psicóloga, Psicoterapeuta
Consultor de Procesos- Psicoterapia Breve
Jóvenes-adultos-Parejas