El mantenimiento básico de una relación implica primero, valorar al
otro. Saber con el corazón que tener a alguien que nos ame, es un enorme regalo y un privilegio y que por ser
tan “común” a veces no valoramos.
Las parejas que tratan de llevar una relación sana, saben pelearse. No
evaden el conflicto, no evitan hablar para no incomodarse. Enfrentan lo que
está pasándoles con valentía y en pequeñas dosis, de poco a poco sin dejar que se armen novelas ni dramas, ni
cuentos, o reclamos, o rencores; tampoco
acumulan cuentas pendientes, ni
dejan temas sin resolver. Van de a poco contándose lo que les pasa, lo que les
angustia, lo que les duele, lo que quisieran que cambiara, lo que quisieran de
la relación lo que los hace infelices o
felices. Se cuentan cosas y están dispuestos a pelearse limpiamente, sin
ofensas y faltas de respeto, con la idea de resolver lo que haga falta. Tan
disfuncional es una pareja que nunca pelea por nada, como una que pelea por
todo.
Un elemento de la prevención para parejas es saber y contar con que la
decepción es parte de eso que llamamos
amor. Tarde que temprano, ese o esa que nos parecía ser la perfección andando y
que estábamos buscando, nos sorprende
con toda su humanidad con sus posibles
defectos y nos decepciona. Y eso no es bueno ni malo, porque es la base para
construir un amor realista y no basado en la idealización, eso es lo que sería
el inicio de un amor genuino.
El manejo del conflicto y la agresión es otro punto central. ¿A quién no
le han dado ganas de insultar, ridiculizar, devaluar, descalificar o hasta
golpear a su pareja cuando está enojado? A todos supongo. Es humano. Pero una
cosa es desearlo, sentirlo muy
profundamente y otra muy diferente, actuarlo
-es decir hacerlo-. Las parejas que cuidan su relación, cuidan sus
palabras, sus modales, sus gestos, sus bromas, su lenguaje corporal. –vamos cuidan a su pareja - Y no me refiero a no expresar
lo que pensamos de nuestra relación, y que nadie se enoje nunca. Me
refiero a la delicadeza con la que se trata a la gente que es importante para
uno. Ese cuidado del alma del otro, de sus sentimientos, de lo que piensa. Esa
capacidad de ver al otro con comprensión amorosa, con respeto, con admiración que es la
única cualidad que nos permite ver todo lo bueno que tiene.
Las parejas que pretenden respetarse y amarse, anticipan crisis y saben que están con un igual, -con su par-.
Que ninguno de los dos es mejor ni peor que el otro. Así es, como si fuera una infinita escalera, donde
estarás con la persona que esté en el mismo nivel que tu, -y si alguien cambia,
la estructura se acomoda- Porque también
es válido que uno crezca más que el otro, pero en el siguiente escalón, se tenderán
la mano para poder andar juntos.
Las buenas parejas que logran conservarse como buenas parejas tienen
buen sexo. Lo luchan, lo disfrutan, lo defienden, lo trabajan, lo hablan, lo
pactan, lo ponen en un lugar importante de la vida cotidiana. Lo reparan cuando
se descompone, lo toleran cuando es malo pero lo enfrentan cuando lleva
demasiado tiempo siendo malo por calidad o cantidad; porque entienden que es un
ritual importantísimo de cercanía no sólo física sino también espiritual y
afectiva.
Las parejas que quizá nunca necesiten terapia, saben que cada uno carga
con un costalito o costalote de lastimaduras, vergüenza, creencias, y también de
miedos múltiples, a la cercanía, al compromiso, al aburrimiento, al
abandono, a la dependencia, a la soledad, a tantas y tantas cosas.
Saberse así, llenos de defectos y de historias de vida, de experiencias
pasadas de historias no vividas juntos, vuelve a las parejas más humanas, más
tolerantes, más sabias, menos huidizas o con menos tendencia a culpar al otro
de la propia infelicidad o felicidad. Las parejas suficientemente saludables
saben que el amor no basta. Que hay que cuidarlo, regarlo, procurarlo, cachondearlo, volverlo prioridad. Es más fácil
hacer todas estas pequeñas pero trascendentes cosas, antes de que el horrible
desamor o la pérdida de confianza o de fe se apoderen de los que se aman.
Y para concluir, nada más certero
que el siguiente pensamiento
"No he venido a este mundo a cumplir tus expectativas.
No has venido a este mundo a cumplir mis expectativas.
Yo hago lo que hago, tú haces lo que haces.
Yo soy yo, un ser completo aún con mis carencias.
Tu eres tú, un ser completo aún con tus carencias.
Si nos encontramos y nos aceptamos, si nos aceptamos
y nos respetamos, si somos capaces de no cuestionar
nuestras diferencias y de celebrar juntos nuestros misterios,
podremos caminar el uno junto al otro; ser mutua y respetuosa, sagrada y amorosa compañía en nuestro camino.
Si eso es posible puede ser maravilloso, si no, no tiene sentido”
"No he venido a este mundo a cumplir tus expectativas.
No has venido a este mundo a cumplir mis expectativas.
Yo hago lo que hago, tú haces lo que haces.
Yo soy yo, un ser completo aún con mis carencias.
Tu eres tú, un ser completo aún con tus carencias.
Si nos encontramos y nos aceptamos, si nos aceptamos
y nos respetamos, si somos capaces de no cuestionar
nuestras diferencias y de celebrar juntos nuestros misterios,
podremos caminar el uno junto al otro; ser mutua y respetuosa, sagrada y amorosa compañía en nuestro camino.
Si eso es posible puede ser maravilloso, si no, no tiene sentido”
ORACION BASADA EN LA ORACION GESTALTICA DE FRITZ PERLS